Historia
Origen Toponimia:
Con el topónimo Agaete, las Crónicas de la Conquista de Gran Canaria hacen referencia al poblado principal del bando o cantón aborigen asentado en el actual término municipal de igual denominación. El topónimo prehispánico fue luego castellanizado por Laguete durante todo el período moderno, para retornar posteriormente a su primitivo origen.
Agaete Prehispánico:
El primer ocupante del territorio fue la comunidad aborigen integrada desde el punto de vista social y político en el guanartemato de Gáldar, a raíz de la fragmentación del territorio insular en dos reinos, en fechas próximas al inicio de la conquista castellana (1478). La gran cantidad de yacimientos arqueológicos encontrados en esta localidad confirma la existencia de importantes asentamientos prehispánicos anteriores a la conquista de Gran Canaria, así como el interés que despertaba Agaete dentro del Guanartemato de Gáldar, debido, fundamentalmente, a su ubicación costera y a la gran riqueza de recursos de sus valles.
Las investigaciones arqueológicas realizadas hasta el momento sobre un patrimonio que ha sufrido un deterioro continuado a lo largo de los siglos, atestiguan la riqueza de su sociedad aborigen.
El territorio presentaba condiciones favorables para la economía aborigen. Sus extensos pastizales alimentaban los rebaños de cabras y ovejas, y las terrazas irrigadas del valle permitían el desarrollo de una agricultura de regadío, con legumbres y sementeras de cebada, el principal cereal de la dieta aborigen. El litoral ofrecía además condiciones para la actividad pesquera; una actividad que durante el período posterior mantuvo su prestigio en la economía insular.
Se desconoce el desenlace de los primeros encuentros anteriores a la Conquista, entre los navegantes europeos dedicados al tráfico esclavista y al intercambio de orchilla y sangre de drago con los jefes indígenas a cambio de objetos manufacturados, especialmente de útiles de hierro. Ahora bien, los mallorquines alcanzaron al parecer las costas de la Aldea de San Nicolás y de Agaete, de hecho, algunos estudios señalan que la construcción en la zona del Puerto de las Nieves del fuerte o Casa Fuerte por los castellanos, se levantó sobre aquella realizada por los mallorquines el siglo anterior a la conquista de la isla, y que anteriormente había sido un asentamiento aborigen.
Agaete en la Conquista de Gran Canaria
No obstante, en 1478 se inició la conquista insular por las fuerzas castellanas al mando de Juan Rejón, sustituido por Pedro de Vera en 1480, el cual dispuso la construcción en Agaete de una torre o fortaleza desde la cual someter la resistencia indígena. Concretamente en el año 1481, la Villa constituyó un enclave crucial desde el cual los castellanos, a través de su puerto natural, el conocido hoy como Puerto de las Nieves, lograron concluir la conquista de la zona norte de la isla. Este puerto fue el elegido por los castellanos para arribar sus flotas y lograr el apresamiento del Guanarteme de Gáldar, rey aborigen, estableciendo una base de operaciones, para lo que se construyó un fuerte, denominado más tarde Casa Fuerte o Casa Roma.
La citada torre tuvo como primer alcaide a Alonso Fernández de Lugo, siendo su gesta más importante la captura del guanarteme de Gáldar, Thenesor Artemi Semidán, quien, posteriormente fue bautizado con el nombre de Fernando Guanarteme por los Reyes Católicos, ejerciendo el papel de mediador entre los castellanos y la resistencia aborigen.
Agaete tras la Conquista:
Finalizada la conquista en abril de 1483, quedó como alcaide de Agaete y gobernador de esta zona, Alonso Fernández de Lugo, quien profesaba una gran devoción a la Virgen de las Nieves que le acompañó en su empresa conquistadora, no sólo aquí, sino más tarde, en La Palma y Tenerife. Sería, posteriormente, esta devoción la que daría nombre al lugar, Puerto de las Nieves.
Finalizadas las contiendas bélicas y a partir del triunfo castellano, se instala un nuevo orden económico y social, llevándose a cabo el repartimiento de tierras, recibiendo la familia de don Alonso las mejores tierras y más ricos manantiales de este valle. Tras la marcha de Alonso Fernández de Lugo, estas tierras fueron adquiridas por el genovés Antón Cerezo y su hijo Francisco Palomar. Unos y otros plantaron viñas y levantaron un potente ingenio azucarero. La buena marcha de esta actividad permitió el rápido poblamiento de la zona, debido a la demanda de mano de obra tanto asalariada como esclava y, por otro lado, conectó al Puerto de las Nieves con los mercados europeos, especialmente en el comercio de azúcar con Flandes.
En este momento pasan a formar parte de la población de la zona, entre otros, genoveses, castellanos y la población aborigen que sobrevivió, integrando todos una sociedad que basó su economía en las labores agrícolas.
El entramado urbano surgió en los alrededores de la Iglesia de la Concepción, construida sobre 1515.
Debido a la prosperidad del comercio azucarero, durante el siglo XVI, Antón Cerezo y su mujer Sancha Díaz de Zurita hicieron traer un Tríptico de Flandes bajo la advocación a la Virgen de las Nieves, Tríptico de gran valor artístico, que hoy se venera en la Ermita que lleva su mismo nombre.
No obstante en el transcurso del siglo XVI, estos brillantes inicios no tardaron en desaparecer debido a la competencia de la economía azucarera americana, y tras la crisis de la caña de azúcar, se sustituye esta por el cultivo de la vid y la exportación de vinos, manteniéndose los vínculos mercantiles del exterior con esta nueva producción.
A comienzos del siglo XVII, Agaete cae en un proceso de deterioro económico y social. Parte de su población se desplaza a otras zonas provocando un estancamiento en su desarrollo demográfico. Las tierras, dedicadas al cultivo de cereales, millo o vitícola pasan a convertirse en propiedad del grupo de poder que amortizan las mejores tierras dejando reducidos espacios de explotación para el resto de la población
Durante el siglo XVII , el lugar inició una lenta recuperación demográfica, dando así lugar a la formación de los principales núcleos de población que conformaron el municipio , tal es el caso de: El Valle, El Sao, o El Hornillo.
La agricultura siguió siendo durante los siglos posteriores el motor de la economía de Agaete, experimentando un impulso a partir del siglo XIX con la introducción de la cochinilla y posteriormente el tomate, produciéndose en este período la construcción del antiguo muelle con lo cual se hace más fluido el comercio con el resto de las islas y en especial con Tenerife, desarrollándose, a partir del mismo, una importante burguesía comercial junto a los terratenientes agrarios, conformando ambos las élites del Municipio. El puerto de Agaete fue, en este tiempo, escala forzosa de las naves con destino al norte de Europa, además de servir de fondeadero a los buques que comerciaban con la isla de Tenerife; fue parada obligada de correillos y transeúntes, nexo de unión vital con la Aldea de San Nicolás y paso obligado de buques. Es precisamente en esta época con el desarrollo de la clase social burguesa, cuando se produce la edificación de diferentes inmuebles con objetivos sociales y económicos.
La actividad agrícola y pesquera crearon una etapa de relativo bienestar económico y una creciente conciencia de clase en el seno del campesino, que estalló con violencia cuando la crisis mundial de 1929 arruinó la economía exportadora local.
Las décadas posteriores a 1940 suponen los indicios de una cierta recuperación económica, debido a la recuperación de los mercados de tomates y plátanos, tocando a su fin, en la actualidad, su historia agraria, ya que las expectativas económicas se dirigen fundamentalmente hacia el desarrollo del sector servicios. Hoy por hoy, y debido a la escasez de agua y al desarrollo turístico de la isla, predominan las actividades del sector terciario como la hostelería y la restauración frente al primario.